martes, 8 de octubre de 2013
Para el que tiene un amigo, no existe soledad.
La amistad no se conquista, no se impone; se cultiva como una flor, se abona con pequeños detalles de cortesía, de ternura y lealtad; se riega con las aguas vivas de desinterés y de cariño silencioso.
No importan las distancias, los niveles sociales, los años o las culturas, la amistad todo lo borra.
La felicidad del amigo nos da felicidad: sus penas se vuelven nuestras porque hay un maravilloso lazo invisible que une a los amigos. La amistad es bella sobre toda ponderación, por que:”Para el que tiene un amigo, no existe soledad.
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